domingo, 10 de mayo de 2015

EL REMEDIO


“Hoy te puedo llevar…y puedo traerte de vuelta…” le dijo el padre aquella mañana. ¿Qué significaba…? Muchas veces, el padre al salir decía…”hoy tengo que curar unos animales…” y el insistía en saber que era aquello de curar…a lo que siempre le respondían…”cuando tenga uno cerca te llevo…” y al parecer ocurría esa mañana. Y así fue. La madre lo subió al caballo, delante del padre. Este lo rodeaba con ambos brazos. A una señal con las riendas, el animal empezó a trotar. Al poco rato entraban a  un potrero que  habían abierto los que iban delante de ellos.

Uno vino a bajarme del caballo, mientras el padre hacía lo propio. Andando por el pasto fueron hacia unos animales que parecían comer del suelo. Eran más chicos que Juanita, la vaca de la estancia que les daba leche todas las mañanas. El padre le explicó que eran niños como él, se les decía terneros y eran hijos de otras vacas como Juanita que no estaban allí, porque él los iba a curar y después volvían con las madres vacas, que los estaban esperando en otro lugar.  En eso el padre levanto la mano y señaló un ternero. Dos se pusieron delante para detenerlo…

El padre saco un cuchillo grande de la cintura (facón le decía) y se


Con otro movimiento, retiro con el facón una parte de tierra, con los pastos que había pisado el ternero. Con otro movimiento, volvió eso al mismo lugar, pero con el pasto hacia abajo, quedando a la vista la tierra. Colocó  allí las dos briznas de pasto, en una forma que parecía una cruz, se tomo las manos, bajo la cabeza y murmuró algo en voz baja. Quedó un instante en silencio. Luego se levanto y fue a donde habían apartado otro  ternero y repitió varias veces más lo que había visto. Nos quedamos junto a su caballo, sosteniendo las riendas como  nos había indicado. Después nos trajo a la estancia y se fue al campo.

En el trayecto de vuelta, le preguntamos que había dicho cuando puso los dos pastitos en la tierra y nos dijo más o menos que…”si te lo digo no entenderías  nada…pero yo no podría curar a los terneros nunca más…” Aquel asunto se terminó allí, que como tantas cosas que vimos en la soledad de aquella naturaleza, se fue archivando en los adentros de uno, diría Don Verídico. Pasó medio siglo y algunas décadas más. Ya en la ciudad, entre el trabajo y otras cosas que llenaban los días y le robaban a las noches horas de sueño, era  variado lo que leíamos, en épocas de tantas buenas “librerías de viejo”.

En una de esas andadas, nos llegó uno de aquellos pequeños pero increíble lo que regalaban los “Bolsilibros de Arca”. Era “Magos y curanderos” titulo que le había puesto Don Fernán Silva Valdez a la recopilación, juntada en muchos años de andar “campereando” sobre la “medicina” que había en esos lugares que no sabían lo que era un médico. Y allí encontramos la explicación de lo que nos había mostrado nuestro padre. Se llamaba o era conocida como “Dar vuelta la pisada” Y  era así como nos explicaron... Lastima no tener el libro, pero nos queda la memoria y tal vez nos dé para escribir algo más. Moraleja: no se deben prestar los libros, casi nunca recuerdan el camino del regreso.

Félix Duarte   


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