El
supo habitar muchos años en una casa cercana al zoológico. Patio al fondo, con
parrillero. Muro medianero cubierto por densa enredadora. Espacio chico pero
acogedor lugar para reuniones con pocos amigos, mientras las brasas le ponían prisa al asado y el vino ubicaba temas en la charla. Aquel sábado de verano se planteaba la acostumbrada reunión semanal; todo ya estaba a punto y en la espera.
Ingredientes para la picada, carne, el adobo, el vino y la leña…era la mañana
aún muy joven… a poco rato del amanecer.
Pero antes de que llegaran los amigos, tenía previsto realizar un trabajito en el
patio.
A
lo largo del muro vecinal había un espacio de tierra. De baldosas era el resto del piso. En el extremo junto a la
parrilla, emergía el pié de la enredadera. La tierra originaba suciedad a causa
de lluvias o vientos y la idea era cubrir con cemento la tierra, dejando un
espacio pequeño que permitiera irrigar la planta. Había comprado portland y unos baldes de arena. Nivelo la tierra. La apisonó
con un artefacto que prestó el vecino. Puso un plástico sobre las baldosas,
hizo la mezcla, que extendió y con una madera, la niveló. En eso el
timbre. ..Ahí está Pepe pensó... no
falla… siempre es el primero en llegar…y era él…
“Este
vino casero me lo trajeron ayer…verás que lujo…” dijo Pepe luego del saludo, acercando
la botella. Rumbo al fondo, pusieron manos a la obra. Al rato la picada quedó a
punto… bancos, mesa, el toldo, vasos en cada
lugar… llamitas recordando a la leña un cercano destino de brasas mientras ella desde la cocina anuncia un postre…”de
película…” Al rato están todos, siete en
total más Don Zitarrosa de fondo. El tiempo consume la tarde y con el atardecer…los
dos… cansados... con los vinos… el asado, el calor…”me recostaré un rato…” dice
ella…él en un perezoso queda en el patio…El sueño no tardó en llegar y
despierta cuando agonizaba el día.
Lo
primero que hizo fue observar la obra sobre la tierra y le sorprende algo como
una manchita negra en medio del cemento aun fresco, desde donde parte una línea
blanca hacia la enredadera. Realmente quedó intrigado por aquello. Enciende la
luz y se inclina sobre el cemento aun sin fraguar. ¿La mancha? un pequeño
agujerito abierto, del que salen pequeñas hormigas negras, cargando una diminuta
pelotita cada una. Esa fila india era la línea blanca que se perdía en la enredadera. Lo comprende
y una enorme emoción lo invade. Bajo la tierra había un hormiguero. El cemento que la cubrió prendió
la alarma. Quedarse era la muerte. Había que salvar las crías.
Wimpi
decía que:”cada latido es un milagro…” Hemos
oído o leído sin recordar donde que…”el mayor de los misterios no descifrados
es eso que llamamos vida…” que vale para una planta, una hormiga o el muy
engreído espécimen que resulta ser el humano… y vale por cierto para lo ocurrido en
la tierra bajo el cemento. ¿Como se percibió el peligro…y que había que salir
de allí? ¿Como que debían abrir una ruta de escape y que la prioridad de cada
una era salvar las crías? ¿Cómo que el rumbo de la fila era ese? pues del otro
lado del muro, el vecino tenía un amplio jardín. ¿Como sabían que allí podrían
empezar de nuevo? ¿Cómo pasó todo lo que pasó…?
Félix
Duarte
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