Una
lógica que anda en el tiempo. La vida del humano, tan breve y otras disidencias…
tocan hechos en la historia reciente. Graves en sus realidades y contextos… son ajenos hoy a nuestra juventud. Tal es el caso de la dictadura
militar, ya pasadas cuatro décadas. El
pretexto de hoy para estos apuntes, es un hecho real. El matrimonio
joven digamos que eran… Juan y Lucia. El trabajaba en la sucursal del banco.
Ella era secretaria del abogado. El lugar, una pequeña población a dos horas de
viaje, desde Montevideo. Juan y Lucia, eran oriundos del lugar, casados hacia
un par de años y muy apreciados allí.
Esplendido
aquel sábado de otoño. Muy temprano en una esquina del pueblo Juan esperaba
unos amigos. Iban a un asado de cumpleaños. En eso se detiene un Jeep de otros
amigos y al saber que hacia le dicen…”vamos a pasar por allí, sube que aquellos
se deben haber dormido…” Así que Juan va con ellos, descendiendo en el lugar del
cumpleaños. Como pasa en esos casos, el asado se demora con los “preámbulos”.
Después la sobremesa ocupa la
tarde, con la charla y los juegos de cartas…entre amigos que se conocen de
siempre. Día de cero trabajo…cero reloj… cero corbata…sin tiempo…
Esa
noche, luego de una cena liviana…fue día de calor y poco apetito. Ven algo de
TV y se retiran a descansar. El sueño llega enseguida. De pronto, en la
madrugada un ruido espantoso los impulsa a saltar de la cama. Coches que se
detienen, gritos de mando y la puerta de la casa que es arrancada de cuajo. Soldados
entran al cuarto, esposan a Juan, le ponen una capucha y lo sacan con
violencia. Se siente a muchos por otros ambientes del hogar. Ruidos de muebles
y de vajilla que se rompe. De pronto mas gritos, los coches se van y vuelve el
silencio. El perro muy golpeado gime de
dolor en un rincón…
Aquella
noche nadie siguió durmiendo en el pueblo. La gran mayoría iba llegando a la
casa agredida. Era unánime la certeza sobre la confusión con Juan, en los que
buscaba tranquilizar a Lucía. “Vas a ver, mañana o pasado está de vuelta cuando
vean que no tiene nada que ver, en lo que sea…” le repetían una y otra vez a quien
era presa de la desesperación. No era por decir algo. Era sincera y unánime la
certeza, en todos, sobre Juan. Aquella gente del pueblo muy solidaria, se unió
en rodear a la vecina, en el arreglo de los daños a la casa, en otras urgencias
y en buscar noticias de Juan, desde el lunes.
Aquel
domingo el pueblo hervía en comentarios. Un grupo de vecinos se junto a
planificar donde, al otro día, podían averiguar por Juan. Bien temprano partieron a
Montevideo. A la tardecita hubo una especie de asamblea para informar. El
resultado fue nada. Bueno, decían, es el primer día. Pero los días fueron
haciéndose semanas. Y estas meses. Y se estaban por cumplir tres meses y nada.
A Juan se lo había tragado la tierra. Cuando a dos días de que se
cumpliera el tercer mes, llega a la casa
un Jeep con soldados. Desciende uno que dice…” Tiene que llevar ropa a esta dirección” y le da un
billete.
La
noticia corrió como reguero de pólvora. Y el pueblo estallo de alegría... ¡Juan
vivía..!! Y pronto Lucia lo pudo visitar. Y recién ahí se supo que había
pasado. El ejercito tenia detectada una célula del MLN en aquel pueblo. ¿Por
qué no los detuvieron? Porque supieron
que habría una reunión regional allí. Y los vigilaban esperando. Los amigos que llevaron a Juan al asado, eran
la célula e iban a la reunión esperada, que sería en una chacra vecina. Y al
anochecer, en plena reunión, los copo el ejército. Como a la célula la venían siguiendo,
que Juan subiera al Jeep, lo coloco como parte del grupo.
También
se supo algo de su peripecia en esos tres meses. Tuvo una primera etapa
terrible y muy dura y luego otra de “recuperación” antes de avisar que le llevaran
ropa. La etapa “dura” anula noción de
tiempo, ni el sueño, ni el día ni la noche. Como en la segunda pudo “contar” un
mes, eso hace que la primera fue de dos meses, donde todo se reducía a varias
preguntas: ¿Qué mensaje te dieron? ¿Con quién tenias que encontrarte? ¿Quiénes
son los otros de tu célula?…Juan no tenía respuestas. Pruebas no existieron. Pero si la “convicción” en los carceleros de
su “culpabilidad”. Sufrió seis años de cárcel.
Félix
Duarte
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